lunes, 14 de noviembre de 2011

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Viene de ganar por paliza, de humillar violentamente a esos otros que ni los restos pueden juntar, las migas se les escapan entre los dedos, ni que fueran agua, o aceite, o ambas y los enloquezcan intentando lo imposible, ni los forros pueden usar, porque muy en contra se encuentran y usarlos seria acabar con la única y univoca voz que los guía, la de los muy arriba, de la copa de los árboles, el lugar mas arriba que conocen.
Ahora desfilan con ojos morados y curitas en los pies, contando lo que vieron mientras bajaban de las copas, de los árboles y de las otras, las que los hacen olvidar que se habían subido para ver bien alto o bien lejos lo que pasaba, bien alto y bien lejos, como la paliza que los tumbo y los hizo subir a las copas, ahora bajan y cuentan que desde allá se ve distinto, que se robustecen como guerreros de la segunda minoría consolidada por los estamentos del bunker del aclamado silencio de los eternos representados, o guerreros de segunda, que son los que vienen a contar lo que se ve desde ese otro lugar, desde el que esta bien arriba, en las copas, bajan pero no tocan el suelo, el estamento del bunker del aclamado silencio, ese que representa a los eternos guerreros de la segunda, no permite pisar los suelos de los que viven bajo la sombra de las copas, a pesar de que casi todos están abajo, sin darse cuenta de que bajan y no queda nadie, porque solos y golpeados están subidos en esos árboles, a esas copas.

jueves, 14 de abril de 2011

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Gloria pues, gloria a las manzanas maduras que caen sin rigor sobre el abrazador asfalto, siguiendo las palabras de newton cual inmaduro católico apostólico romano.
Grito gloria, grito sin voz, sin voz porque a la cama la mandó, no precisa ella coordinar palabras demoledoras, caen solas esas manzanas podridas.
Cuan bella es la verdad al rodar solita por la vida.

Caen los Cletos, derrapan las lilitas, se estrellan los Duhaldes, se pierden los pinos, se desgranan los Magnetos. Todos besan desordenadamente el piso, todos solitos, todos.
Halagados pasan mis días viendo tanta torpeza compartida, creo es una caricia que no debo rechazar, si ni esfuerzo me reclaman, sentarme con un mate no creo sea mucho pedir. Les daré el gusto entonces, me sentare a ver, maravillado, como derrapan descocadamente, como degollan sus propios argumentos, ya pobres ellos, pero argumentos al fin; me sentare a ver como se pisan las colas, con esos pasos torpes a los cuales nos acostumbraron. Dicen que si los malos ganan es porque los buenos no hacen nada, y coincido, pero para esta desbordada paparruchada intervendría, artística y celosamente, este pequeño concepto y aseveraría que para que los malos ganen deberían dejar de actuar, me atrevo a aconsejarlos, a sabiendas de la traición contra mis propias ideologías (buuuu, buuuu, esa cosita que tanto asusta) desobedeciendo incluso a la comodidad que exigen al solo pedir verlos desparramarse desbocadamente al piso.
Me permito chiflarles un consejo, no hagan nada, o mas bien dejen de hacer, llámense a silencio, unas semanas, no para repensar la estrategia, solo para dejar de hacer, creo llegaron al punto en donde solo eso, el dejar de hacer, los llevaría a algún lado, siéntanse barcos a la deriva cuya única opción es dejarse a fuerzas mayores pa anclar en algún puerto, aunque sea natural, valoren alguna línea de pensamiento e inteligencia brotada desde su ser, por mas ridícula que les parezca y dense cuenta de una vez que los están cagando, esos asesores estilo gurues sabelotodos y todopoderosos… ¿de verdad? ¿de verdad no se dan cuenta? Dejen de hacer ahí también, dejen de escucharlos, unas semanas, repitan caprichosamente el sabio cantito “no te escucho soy de palo y tengo orejas de pescado” frente a los oráculos consejo de estos mamarrachos de barba.
Lejos están ya de ganarse mi respeto, pero al menos podrían fracasar por ustedes mismos, monumentalmente, destartaladamente, épicamente, pero por ustedes mismos, tengan la valentía de ser artífices de sus propios fracasos, de sus propias derrotas, pierdan por ustedes mismos mi inocuo respeto.

martes, 29 de marzo de 2011

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Si las fieras nos quieren comer, pues que lo hagan, superemos sus primitivos métodos y gocemos violentamente, festejemos sus dientes. Bailemos sus muelas mientras mímanos sus papilas, que nos sientan bien ricos, que nos saboree, que nos pidan en el menú. Tentemos sus verborragicos labios.
Si por casualidad, ellas nos encuentran, si saben llegar y quedarse, corrompamos sus ávidas lenguas, ávidas y desordenadas, degollemos nuestros limites para que nos vean gustosos, bien bien ricos, bien pero bien ricos.
Si ellas se precipitan a nuestros sabores, condimentemos nuestros dedos, nuestros pies, nuestros ojos, nuestra boca, nuestros brazos, nuestra espalda, pues que venga y deguste este convite, que hierva su mente sin control.


Limpia la locura cuando esta desborde su sabiduría

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